Matar el aburrimiento


Después de ver la película Elephan, sólo puedo resumir mi opinión en una palabra: pena.

La masacre ocasionada por dos estudiantes, en el Watt High School de Portland, resulta, simplemente, triste. Es difícil poder comprender qué pueden tener en la cabeza dos chavales para poder llevar a cabo semejante genocidio. El fácil acceso a las armas en Oregón, y en todo el país norteamericano no me sirve de excusa en absoluto. Si a mí me dieran un arma, probablemente, y digo probablemente, no me presentaría en mi instituto a matar a todo el que se me cruzara por el camino.
El problema es mucho más complejo, tan profundo como las emociones y sentimientos de esos chicos, en su mente, mudos. Patologías mentales escondidas, bajo la sombra de algún trauma, abuso, o vaya usted a saber. Cuando alguien dice que  mata para no aburrirse, para "divertirse, jugar", es más que obvio que algo no va bien. 

No obstante, ellos matan por un fin, una idea, más absurda o menos, pero su idea. No dista mucho de lo que hace un presidente del Gobierno cuando inicia una guerra o interviene militarmente en un país. Cuando un ejército mata, lo hace por una idea, por algo en lo que cree. En ambos casos, para obtener lo que desean, pagan con la misma moneda: la muerte.

En un caso ni nos fijamos, estamos más que acostumbrados, lamentablemente. Miles de civiles mueren al año en atentados terroristas, por una idea, y lo juzgamos y condenamos. Al mismo tiempo está muriendo mucha gente en guerras, por parte de países, de sus ejércitos, por una idea, y ya somos menos los que lo condenamos. A algunos ni les parece mal.

¿Qué pasa? ¿Depende de la idea que se defienda el hecho de matar está justificado? ¿Si no estoy de acuerdo contigo te condeno, y si lo estoy, no? ¿Si lo hacen dos adolescentes enfermos, o un grupo de terroristas radicales, está mal? pero, ¿si lo hace un gobierno rodeado de burocracia, está bien?

Pensemos un poco, por una vez.



Natalia

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