No sin mi Colt.45

Bowling for Columbine, el documental producido y protagonizado por Michael Moore, nos hace reflexionar sobre la violencia, la cultura violenta, que invade Estados Unidos.
La facilidad con la que un estadounidense puede acceder a un arma, parece la excusa que ponen muchos para justificar la violencia en dicho país. No obstante, en el caso de Canadá sucede lo mismo, y el índice de violencia es infinitamente más bajo, ¿Porqué?.
Pues bien, según mi perspectiva, la respuesta reside en la educación, la cultura, y la historia del país federal.
Desde su niñez, a un niño norteamericano se le educa para defenderse, para defender a su familia, y defender a su país. ¿Defenderse de qué? Parece que eso no importa, al final se deberían defender de sí mismos, aspecto que parecen ignorar. Crecen rodeados de esa idea, por doquier. Su padre probablemente tenga un arma en casa, su tío, su abuelo y sus vecinos. Es lo normal, hay que responder si un intruso entra en casa y atenta contra la familia. La integridad de un hombre se cuenta por la capacidad de poder defender a los suyos.
La cultura y la historia van de la mano. Estados Unidos es un país joven, resultante de una lucha, de ese “defenderse” de los ingleses en la famosa Guerra de Independencia de 1775, año relativamente próximo a nuestros días, aspecto que en mi opinión no carece de importancia. El patriotismo resultante de ese uso de violencia a favor de la libertad, aclara en gran medida lo que a los ciudadanos americanos se les inculca desde el principio de sus vidas. El problema no es que tengan un arma, si no que en su mente esté la idea de que “hay que usarla siempre que sea necesario”, la pregunta es, ¿Cuándo es necesario?.
Me parece bien la idea de tener con qué defenderte si entran en tu casa y violan a tu madre, o agreden a tu padre o hermanos. El problema es que no sólo tienes el arma a tu alcance cuando sucede esto. En cualquier otra circunstancia, como puede ser una riña doméstica, si tienes una, la puedes usar, pero si no la tienes, nunca podrías usarla. De igual forma, un niño de cinco años no podría cogerla por error a modo de juguete y matar a otro niño. Un adolescente perturbado, que gracias al ridículo cuestionario previo a la compra de un arma, puede disponer de una, no podría presentarse en su instituto y masacrar a sus compañeros como si de Call of Duti se tratara. ¿Es problema de que el arma esté en mi mesilla, o de que esa mesilla en la que está el arma sea la mia?.

Natalia

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